En este sentido, el instante puede ser visto como el centro de una bifurcación en la concepción de lo temporal, en la que se desprenden, por un lado, su faceta de instante cualesquiera, siendo una extensión del tiempo que es parte del fluir de la vida en donde está enraizado el ser; y, por el otro, su aspecto de instante privilegiado, como una fragmentación que propicia la sucesión de breves porciones de tiempo que reaccionan por medio de un momento esencial. Es en esta tensión entre temporalidades, en donde la fotografía encuentra un campo expresivo intenso como medio capaz de capturar los instantes que forman el tejido del tiempo y permitiendo aislar o prolongar un acontecimiento.