Así, entre la interacción de contrastes de luz y sombra propios de este periodo artístico y, mediante una relectura de Brueghel, se hace una evocación barroca que enuncia una naturaleza rebosante de vida pero al mismo tiempo frágil y caduca, asentando la esencia de la belleza y mostrando lo pasajero de los atractivos entorno al tiempo de vida de una flor, su brillantez y marchitez.